Desde la prehistoria hasta hoy todos lo humanos hemos querido una cosa “distinguirnos”

Encuerados todos somos iguales, no podemos identificarnos y mucho menos distinguirnos, solo se notarán cosas físicas y evidentes como gordura, mala salud, si eres alto o bajo de estatura. Pero, eso no es suficiente, necesitamos decir más información de nosotros, qué religión practicamos, el rango jerárquico social al que pertenecemos, la jerarquía política si eras Rey o de la realeza o plebeyo.

Y después de que todos estuviéramos desnudos, el siguiente paso, en el camino a la distinción, a la identificación, fueron los accesorios.

Desde que el hombre despertó la necesidad de tapar su cuerpo, también fue la de adornarlo pero, no por motivos estéticos, o por tener accesorios de moda,  primero solamente por razones religiosas, con la evolución, fue por razones de comunicación,  los accesorios nos  identificaban, gracias a ellos se distinguía tu lugar en la sociedad.

Y probablemente ustedes hoy piensen que eso era antes, hace miles de años, pero déjenme decirles que de nuevo se equivocan.

Los accesorios siempre tienen un significado, aunque no lo sepamos, de manera textual.